Emplear motores eléctricos de alta eficiencia, permitirá un ahorro de energía considerable, pues el hecho de que se alcance una eficiencia mayor, significa que se disminuyen los costos de operación del equipo.

De hecho, el concepto de eficiencia está ligado a la energía y ésta, a la vez, depende de la estructura del motor eléctrico.

Los motores de alta eficiencia, se caracterizan porque son normalmente más robustos y mejor construidos que los motores estándar.

Se alcanza una máxima eficiencia cuando las pérdidas eléctricas permanentes o fijas son casi iguales a las pérdidas variables.

Esas pérdidas dependen del régimen de trabajo del motor, conocido como factor de carga. Se reflejan como calentamiento a través del embobinado del estator, y dependen de la resistencia eléctrica del material utilizado en su fabricación.

Debe tenerse en cuenta que es muy poco lo que se puede hacer optimizando el motor eléctrico y sus controles, si el equipo accionado y su proceso, son ineficientes.

Muchas de las técnicas para reducir las cargas sobre el motor eléctrico, son económicas y dan un excelente punto de partida para mejorar la eficiencia del sistema y reducir el consumo de energía.

De ahí la importancia de seleccionar el motor eléctrico de alta eficiencia con la capacidad ajustada para cada aplicación.

Los procedimientos para el cálculo de la potencia dependen del tipo de carga: de servicio continuo, de servicio intermitente, etc. El más común es el de servicio continuo, y

en este caso los métodos que permiten seleccionar la potencia son: servicio continuo con carga constante, y, servicio continuo con carga variable.

La eficiencia en los motores eléctricos debe ajustarse a otros parámetros como mejorar la calidad de la energía eléctrica.

Si la calidad de la potencia eléctrica entregada por la red es deficiente debido a la presencia de distorsión armónica, desbalances de voltaje, sobre voltajes o caída de tensión, todo esto irá en detrimento del motor

Además, se debe minimizar el desbalance de tensiones de fases. Las Normas NEMA e IEC recomiendan un desbalance de tensión a 1%, considerando que éste puede traer un desbalance de corriente del 10%.

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